viernes, 1 de mayo de 2009

Influenza, crisis, Apocalipsis y otros detalles...


Dentro del temor natural que la presente situación ha despertado, muchos se preguntan si hay "algo más" detrás de todo esto. En tiempos en que la crisis ya había puesto señales de alarma en muchos hogares, para rematar llega una epidemia de influenza que suspende clases, cancela celebraciones religiosas y altera de forma general la vida social de nuestra población. ¿Será que han quedado en evidencia las tendencias cíclicas de la vida natural (con sus múltpiles epidemias en la historia) y de la economía?¿Será que la voluntad de Dios ha emitido las presentes situaciones? Sin duda alguna los biólogos y economistas podrán explicar en cierta medida la mecánica que hay en estos aconteceres, pero muchos encuentran en estos quiebres un profundo sentir encaminado hacia la trascendencia: ¿qué significa realmente todo esto?

Desde que se arrancó la serie de medidas sanitaras en nuestro país, he recibido de muchas maneras la misma pregunta: "¿Tiene que ver esto con el Apocalipsis?" Creo que la mayor sorpresa que se han llevado los que se han acercado es cuando tranquilamente les digo: "En mi opinión, Sí." Inmediatamente después, de una u otra forma llega la siguiente cuestión: "¿Entonces tú crees que ya va a ser el fin del mundo?" Aún con más tranquilidad contesto: "La verdad, creo que no." Es entonces cuando ya queda más confusión. Después de mucho deliberar conmigo mismo, he decidido escribir este artículo para aclarar esta postura. Afirmo que sigo una línea de interpretación que ha sido la más común en la historia del catolicismo, y que incluso compartimos con numerosas denominaciones cristianas. Por un lado, todos estos puntos a discusión, pueden ser un buen momento para reflexionar sobre la parte que menos nos gusta tomar en cuenta de la fe cristiana: "la prueba".

El texto central de nuestra reflexión está tomado de Apocalipsis 6, 1-8:

1 Y seguí viendo: Cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, oí al primero de los cuatro Vivientes que decía con voz como de trueno: «Ven».
2 Miré y había un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor, y para seguir venciendo.
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Viviente que decía: «Ven».
4 Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande.
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer Viviente que decía: «Ven». Miré entonces y había un caballo negro; el que lo montaba tenía en la mano una balanza,
6 y oí como una voz en medio de los cuatro Vivientes que decía: «Un litro de trigo por denario, tres litros de cebada por un denario. Pero no causes daño al aceite y al vino.»
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: «Ven».
8 Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra.

¿Presente, pasado o futuro?

Gran parte de la discusión que se ha tenido en la exégesis del Apocalipsis consiste en la dificultad que representa el colocar el mensaje en el pasado como una narración encriptada de las persecuciones de la Iglesia en sus primeros tiempos, de un mensaje presente para la vida de los cristianos de todos los tiempos, o de un futuro escatológico donde se proyecta el fin del mundo.

El hecho de que la escritura sea válida en y para los tres tiempos no es algo extraño de la lectura cristiana que se ha hecho de la Biblia. El ejemplo más claro tal vez lo podamos considerar en la salvación de Dios hacia el pueblo de Israel, liberándolos de la esclavitud de Egipto (Exódo caps. 12-15). El pueblo tenía en su memoria la gran hazaña de Yahvé al liberarlos del poder del Faraón (tiempo pasado), y lo recordaban continuamente en su liturgia, con la firme esperanza de ser el Pueblo elegido, bajo la opresión y tiranía de otros pueblos una y otra vez (su tiempo presente que se desarrolla en los libros históricos del Antiguo Testamento). Esto fue asumido por la comunidad cristiana que vio en aquel acontecimiento una figura de la auténtica liberación que habría de venir en Cristo (los tiempos presentes proyectados en el Nuevo Testamento) y esto aún es visto de forma escatológica cuando pensamos en la liberación plena que nos espera cuando Dios sea todo en todos (futuro sostenido por la fe).

Sin embargo, la lectura del Apocalipsis en este esquema no resulta tan sencilla por el alto contenido simbólico aplicado en su redacción. Algunos de estos signos parecerían dirigidos con un fin claramente escatológico. Se complica más la situación cuando consideramos a un nivel práctico que históricamente el Apocalipsis ha sido tomado en diversas maneras para generar polémica, justificar posturas religiosas particularmente extrañas, crear un intenso proselitismo sectario con el fin de ganar adeptos, producir una inmensa variedad de películas de terror que hacen del mismo libro bíblico un escrito que inspira miedo, etc.

Pero siguiendo la línea de interpretación de la Iglesia a través de los siglos, podemos afirmar que la lectura en los tres tiempos está presente en el Apocalipsis. Algunos pasajes pueden aludir particularmente a uno de ellos. Para nuestra reflexión consideraremos, sin negar el significado que tienen sobre el pasado y el futuro los cuatro jinetes, (y que en cierto espacio también será explicado) que se alude principalmente al siempre presente de la Iglesia peregrina en la tierra.

Significado de nuestro pasaje

Estamos ante el pasaje donde el Cordero rompe los sellos. Esto es más que una revelación de los propósitos que tiene Dios para la historia, son su ejecución. Ya que ha ocurrido el sacrificio del Cordero (Ap. 5, 6) como rescate de los pecadores, no ocurre una victoria total de forma inmediata, sino que acontecen la serie de desastres que son parte de la historia siempre humana. El fin será marcado hasta que el libro sea leído, hasta que sea abierto el séptimo sello (que acontece hasta el capítulo 8).

Aquí resulta útil comparar los jinetes con sus respectivas representaciones, con aquellos enemigos que Cristo anunció que lucharía la Iglesia ANTES del fin y que encontramos en el capítulo 24 del Evangelio según San Mateo:

1 Salió Jesús del Templo y, cuando se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle las construcciones del Templo.
2 Pero él les respondió: «¿Veis todo esto? Yo os aseguro no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derruida.»
3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo.»
4 Jesús les respondió: «Mirad que no os engañe nadie.
5 Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos (posible figura del primer jinete).
6 Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras (posible figura del segundo jinete). ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
7 Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos (posible figura del tercer jinete).
8 Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.
9 «Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre (posible figura del cuarto jinete).
10 Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente.
11 Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos.
12 Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará.
13 Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

La mayoría de los exegetas ven que Jesús combina de cierta forma lo que sería la ruina de Jerusalén acaecida antes del final del primer siglo de nuestra era, con una visión escatológica donde se cumpliría la plenitud de su Reino.

En el capítulo 4 del Apocalipsis, los Cuatro Seres Vivientes simbolizan el dominio de Dios tal como se encuentra en los tiempos presentes, con todas sus armas y extensiones. Están "llenos de ojos" para darnos a entender que Dios tiene sus ojos puestos realmente aún sobre lo más oculto de la tierra. Él está al pendiente de todo lo que ocurre. En el capítulo 6 en cuestión, existe una correspondencia entre cada uno de los jinetes con cada uno de los Seres Vivientes. Por ello, estos jinetes son extensiones simbólicas de los Seres Vivientes y hacen en la tierra lo que Aquéllos definen en el cielo (y recordamos que los Cuatro Seres reciben su información de parte de Aquél que está sentado en el Trono). Cada sociedad, cada cultura, cada tierra habitada por el hombre ha recibido en su historia y en distintas ocasiones a los cuatro jinetes, de acuerdo a su respuesta a Dios.

El primer jinete es posiblemente el más enigmático. En su sentido histórico ha sido identificado con los partos, cuyo rey luchaba en forma similiar (caballo blanco, arco) y que alcanzaron una fuerte guerra contra el Imperio. Otros exegetas han querido ver al mismo Cristo, pero reconocemos que es más prudente ver a los cuatro jinetes como un conjunto de calamidades. Diferenciar en tal naturaleza al primero de los otros tres crearía una tensión innecesaria en el pasaje.

La lectura más convincente (y que concuerda también con el pasaje del Evangelio mencionado más arriba) es ver en ella a todo aquello que busca asemejarse a Cristo (incluso una imagen similar anuncia a Cristo glorioso y aparece en Ap. 19, 11-21). Busca parecerse a Cristo para ocupar su puesto de conquistar, pero porta el arco: símbolo de la arma del enemigo de Dios [cf. Ez 38-39]. ¿Por qué entonces afirmamos que este falso Cristo es a la vez una extensión del poder de Dios? ¿No sería contradictorio? El misterio radica en que la respuesta a la falsa doctrina es motivo de juicio, en donde se ve la gloria de Dios cuando la Verdad que es Cristo mismo resulta victoriosa una y otra vez. Se proclama la Palabra de Dios que conquista o condena, según la respuesta dada a ella (Mt. 24, 14). Esta prueba permite la respuesta libre de la fe o el rechazo mismo a Dios en Jesucristo:

17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18 El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
19 Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. [Jn. 3]

El segundo jinete invariablemente representa a la guerra. Cuando el mundo rechaza la Palabra de Dios y se establecen los falsos mesías, la guerra se torna inevitable. Los esfuerzos humanos que buscan paz se verán frustrados y agotados si es que excluyen a Dios.

El tercer jinete representa a la crisis y la hambruna. No es que el negro represente algo opuesto al caballo blanco del primer jinete, más bien simplemente representa ausencia, carestía. El trigo y la cebada son signos de aquello en que la mayoría de la gente depende para subsistir. El sueldo sólo le alcanza al trabajador para comer y mantener a su familia. El pobre se ve duramente afectado, mientras que los ricos siguen teniendo el mismo acceso a sus lujos: aceite y vino. Algunos han visto en estos últimos artículos un símbolo del Evangelio. Mientras que el sustento es limitado como una señal de sacrificio y necesidad de restringirse, el Evangelio y la Gracia siguen dándose en abundancia a los hijos de Dios.

El cuarto jinete es el único que recibe el nombre y éste es Muerte. Es el cuarto juicio inevitable cuando ya han ocurrido los otros tres. Muerte es el poder ante el que sucumbe la humanidad en todo tiempo. El infierno (Hades) es el domino o el reino de la muerte, destinado a aquellos incrédulos, mientras que los que creen en el Señor son librados (Mt. 16, 18).

¿Qué queda para la reflexión?

Ante la crisis y la enfermedad que se presentan en nuestro entorno, nuestra angustia de ser creaturas contingentes y frágiles se hace patente. Curiosamente, el Padre Fortea escribía poco antes de que se despertara el escándalo frente a la Influenza:

"Nada impide que mañana surja un virus que se contagie por el aire, como la gripe, pero que sus efectos sean como el SIDA.Nada impide que la próxima gripe se contagiara como las demás, pero que en vez de fiebre y malestar, produjese hemorragias internas.Sólo la mano de Dios nos protege contra amenazas que ahora ni siquiera imaginamos. Quizá estamos tan tranquilos y el próximo año surgirá algo, que hará que todos nuestros problemas actuales nos parezcan un juego de niños."

Estas crisis son un medio para que como sociedad reconozcamos la necesidad de Dios. Sólo Él tiene el dominio y nuestras acciones por reinar sobre el mundo (y no sólo el natural) se quedan muy cortas.

A nivel personal me ayuda a darme cuenta de quién soy y cómo reacciono ante Dios y los demás. Nuestra condición de creaturas se hace evidente, cuando de tantas formas reaparece aquella primera tentación original de convertirnos en nuestros propios dioses. Yanill Brancaccio, filósofo, escribía sobre la prueba que esto representa:

"Prueba en cuanto que dependerá de nosotros las reacciones que tengamos sobre estos acontecimientos recientes. Ya lo habíamos señalado anteriormente: la crisis económica me define como persona, y ahora más que nunca tenemos que cuestionarnos, ¿esta epidemia qué “saca” de mí como persona? ¿Seré capaz de controlarme y no ver en el otro una amenaza, sino una oportunidad de afirmarme? O más radical aún, ¿podré estar a la altura de las circunstancias y controlar estas variables que me han cambiado?"

En cuanto a Dios, no estará de más aprender a ver en todo esto el Juicio de Dios, que es muy distinto al "castigo de Dios." Estas cosas no son castigo, pero sí son juicio. Algunos buenos sufrirán, pero al final será motivo de gloria para ellos. Así ha sido siempre en la historia de la fe cristiana.

El juicio de Dios hace notar qué estructuras son injustas, qué creencias son falsas, qué cosas no son tan firmes como se creían, en qué está puesta nuestra fe, en qué hemos construido nuestra persona. Pero también hace notar quiénes son justos, quiénes son creyentes auténticos, quiénes están firmes sobre la Roca que es Cristo. San Pablo en el capítulo 3 de la Primera Carta a los Corintios lo expresaba:

10 Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye!
11 Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.
12 Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
13 la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego.
14 Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa.
15 Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.

Éste es el anuncio del Apocalipsis que hoy podemos experimentar. Que estas situaciones que nos tocan vivir como familia de Dios no sean motivo para temerle al fin del mundo, sino para realmente preguntarnos sobre el fin último de nuestra propia existencia.

La clave ya la dijo Jesús un poco más arriba: El que persevere hasta el fin, ése se salvará.

lunes, 20 de abril de 2009

Apologética ácida

Cuando la apologética se convierte en una tarea desgastante, vale la pena escuchar a quien ha sabido hacerlo con un poco de humor. No se trata de descubrir nuevos Chesterton's, pero sí de relajarse un rato.

Stephen Colbert es un periodista cómico por profesión, pero catequista entregado por devoción.

Primero debates separados por casi tres años, con Bart Ehrman, teólogo que ha cuestionado fuertemente al "Jesús histórico".

The Colbert ReportMon - Thurs 11:30pm / 10:30c
Bart Ehrman
colbertnation.com
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Y ahora...

The Colbert ReportMon - Thurs 11:30pm / 10:30c
Bart Ehrman
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y por otro lado...

The Colbert ReportMon - Thurs 11:30pm / 10:30c
Douglas Kmiec
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Salud.

domingo, 19 de abril de 2009

Asuntos angélicos

Una nota que llama hoy la atención en el periódico... (http://www.elnorte.com/)



Dice que el mundo necesita ángeles - Por Juan Cruz
(19-Abr-2009).-

MADRID.- El español Juan Arias, periodista, ex sacerdote y autor de libros con José Saramago, Juan Luis Cebrián, Paulo Coelho y Fernando Savater, ha transitado en su obra por la felicidad, por la religión y ahora, de la mano de los ángeles, se refiere a la soledad.

Su libro "La Seducción de los Ángeles", que presenta a los seres alados como antídoto contra la soledad, es un recorrido etéreo por la angelología. Desde Río de Janeiro, donde radica, explica la relación ángeles-hombres.

"(Los ángeles) no son cristianos. Se remontan a las civilizaciones y religiones más antiguas. La Iglesia los tomó prestados", explica. "Son la mejor metáfora de la amistad, y en la vida sólo los amigos, que son los verdaderos ángeles, son capaces de aliviar la soledad existencial".


¿De dónde viene la soledad?
". Son las preguntas que ya se hacían los hombres del Neolítico cuando empezaron a enterrar a sus muertos, asustados ante la muerte y el más allá. El hombre moderno añade a eso la codicia de poseer. El mejor antidepresivo sería la cercanía de un amigo".

Dice en su libro que la Iglesia habla poco de los ángeles. ¿Les tiene miedo?
"La Iglesia siempre tuvo miedo a los ángeles. Hasta llegó a prohibir su culto. Porque ellos no dan miedo a los hombres, como Dios. Ellos no juzgan, lo perdonan todo".

¿Y los ángeles caídos? Habla de que el bien vence al mal.
"La humanidad ya habría dejado de existir hace mucho si, a pesar de todos los demonios y de todos los impulsos de violencia, el bien no acabase prevaleciendo sobre el mal. Todo en nuestro mundo es hoy mejor que hace 50 años, y dentro de 100 será aún mejor. El mal es como la sangre, se ve enseguida. El bien es invisible".

Escribir un libro con ángeles parece una extravagancia.
"El mundo sería más feliz si tuviera el coraje de ser un poco más extravagante... Mi libro es una extravagancia, una provocación. Si los ángeles son la mejor metáfora de alguien que no te juzga, es que el mundo tiene una necesidad extrema de ángeles".
El País


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Después de leer la entrevista uno no se sorprende de que este hombre haya dejado el ministerio sacerdotal.


¿En qué se basará para escribir sobre los ángeles?


¿Será su libro uno más en el stand New Age que está afuera de los populares restaurantes tradicionales?


"Los ángeles no son cristianos", ¿por lo menos creen en Dios?


Cuando preguntan de dónde viene la soledad y contesta: "De no saber ni lo que somos ni por qué estamos en este mundo y a dónde vamos a parar", ¿no sería más acertado decir simplemente que del pecado? ¿No se equivocó Adán en el modelo de dios al que quería acceder cuando decidió seguir su propio camino? ¿No escogió la soledad en vez de compartir la mejor compañía?


"La Iglesia siempre tuvo miedo a los ángeles. Hasta llegó a prohibir su culto. Porque ellos no dan miedo a los hombres, como Dios. Ellos no juzgan, lo perdonan todo" Oiga, creo que con esto sí innovó un poco más. ¿En la Iglesia son masoquistas o por qué si les dan miedo los ángeles les gusta tener representaciones de ellos? A mí me enseñaron a rezarle desde muy chico a mi ángel de la guarda, ¿era para que me asustara en la noche como el cuco? ¿Qué culto prohibe? No le digo que me enseñaron a rezarle... se me hace que las cosas que prohibe son esas como abrirles las ventanas a los ángeles poderosos y esas otras extravagancias del new age... ¿De veras los ángeles perdonan todo? ¿Usted se pelea a cada rato con ángeles o los ofende o qué?


Creo que estas preguntas hubieran hecho al menos un poco más interesante la entrevista.

jueves, 3 de julio de 2008

Cifras significativas

En el libro del Profeta Daniel se presentan visiones escatólogicas. En el capítulo 8:

13 Oí entonces a un santo que hablaba, y a otro santo que decía al que hablaba: «¿Hasta cuándo la visión: el sacrificio perpetuo, la iniquidad desoladora, el santuario y el ejército pisoteados?»
14 Le respondió: «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas: después será reivindicado el santuario.»


La cifra de 2300 días puede llegar a ser bastante significativa para algunas personas. Entre ellas Ingrid Betancourt. Ayer fue liberada en una majuestosa operación del ejército colombiano, después de haber estado 6 años como rehén por parte de la FARC.



Me llamó la atención que en el periódico narraban su cautividad durante 2321 días. Ese tiempo, símbolo de iniquidad, también acabó ya para ella.

Las interpretaciones del pasaje en el libro de Daniel son variadas. Algunos lo relacionan con el evento ya pasado del reinado de Antíoco IV. Otros (R. Sungenis, p.ej.) lo toman casi como un paralelo con Apocalipsis 11, en donde el tiempo de tribulación se menciona como 42 meses. El libro de Daniel describiría entonces ese tiempo con precisión cronológica, ya que "tardes y mañanas" precisan la intención literal del comentario.

Pronto escribiré sobre un testimonio personal también de fechas bíblicas que se ajustan a fechas personales. Esto no hay que tomarlo en forma de presagios, sino como confirmaciones de que la mano de Dios está sobre nuestras vidas cuidando cada detalle.

¡Gloria y gracias por la libertad!

lunes, 30 de junio de 2008

Aritmética cristiana


Respecto al post pasado, Ramiro escribió:

"Primero oración; después mortificación; en tercer lugar, muy en tercer lugar, acción. Es tiempo de orar"

Creo que sí es el orden correcto:

1. oración
2. mortificación
3. acción

Con esto en mente, hagamos un poco de aritmética cristiana:

1+2-3= santurronería
1-2-3= hipocrecía
2-1-3= sadismo (o fariseísmo, siendo un poco optimistas)
2+3-1 = legalismo
3-1-2= filantropía

1+2+3= santificación (cristianismo auténtico)

lunes, 16 de junio de 2008

A puerta cerrada

Este fin de semana se presentó en el Centro de las Artes la obra "A puerta cerrada" de Jean P. Sartre. Desde que la vi anunciada me llamó la atención, dado que la sinopsis establecía que era una representación metafórica del infierno. Aclaraba el periódico que no correspondía con la visión cristiana que tenemos de dicho estado/sitio.

Tras verla me he quedado convencido de todo lo contrario. La visión que presenta del estado infernal es precisamente la que explica la teología. Tras dos horas de duración uno queda con la consigna de reflexionar lo que para uno sería ese estado de desesperación absoluta.

Hay tres personajes: Inés, Estelle y Garcin. Inés, con instintos asesinos se considera como condenada desde un principio por su preferencia de lesbiana. Estelle tiene un oscuro pasado que le da escalofríos y Garcin sufre eternamente por considerarse un cobarde (y ser eso ante los ojos de sus compañeros). Son sus memorias sus más grandes tormentos. Repiten constantemente que no se arrepienten, pero no pueden ni con su alma. Es tanto el odio, el resentimiento y el herirse entre ellos que se desprende la famosa frase de la obra: "El infierno son los otros." No pueden dormir ni parpadear. Son víctimas de ellos mismos todo el tiempo y saben que tal cosa durará para siempre.

Al llegar a su habitación perpetua cada uno se jacta de que no hay trinches, ni fuego, ni verdugos. Me imagino que dicho texto hace creer que se presenta un infierno muy distinto al que consideramos en la teología cristiana. Sin embargo, a uno que permanece atento se le hace patente como todos son víctimas de fuego, trinches y verdugos, pero construidos dolorosamente con su propia naturaleza.

Del célebre manual teológico del Dr. Ludwig Ott (Fundamentals of Catholic Dogma) vemos:

La escolástica distingue dos elementos en el suplicio del infierno: la pena de daño (suplicio de privación) y la pena de sentido (suplicio para los sentidos). La primera corresponde al apartamiento voluntario de Dios que se realiza por el pecado mortal; la otra, a la conversión desordenada a la criatura.

La pena de daño, que constituye propiamente la esencia del castigo del infierno, consiste en verse privado de la visión beatífica de Dios; cf. Mt 25, 41 : «¡Apartaos de mí, malditos!»; Mt 25, 12: «No os conozco»; 1 Cor 6, 9: «¿ No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios?»; Lc 13, 27; 14, 24; Ap 22, 15; (San Agustín, Enchir, 112).

La pena de sentido consiste en los tormentos causados externamente por medios sensibles (es llamada también pena positiva del infierno). La Sagrada Escritura habla con frecuencia del fuego del infierno, al que son arrojados los condenados; designa al infierno como un lugar donde reinan los alaridos y el crujir de dientes... imagen del dolor y la desesperación.

El fuego del infierno fue entendido en sentido metafórico por algunos padres (como Orígenes y San Gregorio Niseno) y algunos teólogos posteriores, los cuales interpretaban la expresión «fuego» como imagen de los dolores puramente espirituales, -sobre todo, del remordimiento de la conciencia- que experimentan los condenados. El magisterio de la Iglesia no ha condenado esta sentencia, pero la mayor parte de los padres, los escolásticos y casi todos los teólogos modernos suponen la existencia de un fuego físico o agente de orden material, aunque insisten en que su naturaleza es distinta de la del fuego actual.

La acción del fuego físico sobre seres puramente espirituales la explica SANTO TOMÁS -siguiendo el ejemplo de San Agustín y San Gregorio Magno - como sujeción de los espíritus al fuego material, que es instrumento de la justicia divina. Los espíritus quedan sujetos de esta manera a la materia, no disponiendo de libre movimiento; Suppl. 70, 3.


A los tres los torturan la eternidad y el recuerdo de lo que hicieron. Pero se me hace muy interesante cómo estos personajes sufren también la necesidad que el pecado dejó en ellos y que ya no pueden satisfacer. Así Garci se desmorona cuando Inés se niega a considerarlo valiente. Inés estalla en rabia cuando Estelle rechaza sus afectos y ésta última se carcome cuando Garcí no puede poner su atención en ella. Los tres se envuelven en un círculo vicioso que promete durar para siempre.

Un pequeño extracto, en donde al recordar le pido a la Misericordia Divina que tenga piedad.


INÉS: Ya veo. (Una pausa.) ¿Para quién representan ustedes la comedia? Estamos entre nosotros.


ESTELLE (con insolencia): ¿Entre nosotros?


INÉS: Entre asesinos. Estamos en el infierno, nenita; aquí nunca hay error y nunca se condena a la gente por nada.


ESTELLE: Cállese.

INÉS: ¡En el infierno! ¡Condenados! ¡Condenados!


ESTELLE: Cállese. ¿Quiere callarse? Le prohíbo que emplee palabras groseras.


INÉS: Condenada, la santita. Condenado, el héroe sin reproche. Tuvimos nuestra hora de placer, ¿no es cierto? Hubo gentes que sufrieron por nosotros hasta la muerte y eso nos divertía mucho. Ahora hay que pagar.


GARCIN (con la mano levantada): ¿Se callará usted?


INÉS (lo mira sin miedo, pero con una inmensa sorpresa): ¡Ah! (Una pausa.) ¡Espere! ¡He comprendido; ya sé por qué nos metieron juntos!


GARCIN: Tenga cuidado con lo que va a decir.


INÉS: Ya verán que tontería. ¡Una verdadera tontería! No hay tortura física, ¿verdad? Y sin embargo estamos en el infierno. Y no ha de venir nadie. Nadie. Nos quedaremos hasta el fin solos y juntos. ¿No es así? En suma, alguien falta aquí: el verdugo.


GARCIN (a media voz): Ya lo sé.


INÉS: Bueno, pues han hecho una economía personal. Eso es todo. Los mismos clientes se ocupan del servicio, como en los restaurantes cooperativos.


ESTELLE: ¿Qué quiere usted decir?


INÉS: El verdugo es cada uno para los otros dos.

jueves, 5 de junio de 2008

Curiosidades ProVida


Sí... esta imagen representa a Jesús.